Festejamos el día del Syrah y te contamos los orígenes de esta cepa milenaria, sus características y las mejores combinaciones para acompañarla.
La Syrah es una de las uvas más antiguas, habiendo encontrado su desarrollo y fama en el Valle del Ródano en Francia, tiene su segundo hogar en Australia, conocida como Shiraz. Syracusa en Sicilia, el Rhone en Francia y Shiraz en la antigua Persia. Estos son los tres puntos de donde se creía que provenía esta variedad. Los estudios en 1998 de ADN de la universidad de Davis y Montpellier determinaron que la Syrah es el resultado del cruce de dos variedades del sur de Francia: la Dureza (tinta) y la Mondeuse Blanche (blanca).


A modo general podemos decir que los vinos de Syrah tienen un carácter especiado y notas de fruta negra como el arándano, con cuerpo de medio a amplio según el lugar donde la uva provenga; y en algunos casos una gran longevidad.
En las regiones más templadas se destacan los aromas herbales, especiados y algo de fruta roja (pimienta negra, olivas verdes y ciruelas rojas); en cambio en aquellas regiones más calurosas, donde la Syrah logra buena madurez los vinos tienen aromas a regaliz, moras y arándanos. La crianza en madera suele integrarse bien con el Syrah, otorgando notas ahumadas que a veces provienen de la madera y otras – como en los famosos Côte-Rôtie– del suelo y el terroir. Con los años los mejores exponentes pueden desarrollar una gran complejidad aromática exhibiendo notas a cuero, tierra mojada y hojas secas.
¿Con qué maridar un vino de esta variedad?
Como mencionamos, esta variedad tiene características distintas dependiendo del terroir y de la forma de vinificación. Pero en líneas generales es ideal acompañarla con carnes rojas magras, vegetales grillados y pastas de salsas rojas suaves. Otra opción interesante son los vinos rosados de Syrah para servirlo como aperitivo, o acompañar sushi.

